Nadie puede decir si es bueno o malo. Para muchos, la aparición de personas limpiando los parabrisas en las calles de Nueva York es un símbolo de que la economía no marcha bien y la informalidad se hace ver. Para otros, es una señal de que puede haber “oportunidades” para todos, aún para quienes deban hacer esto
Lo cierto es que no es nuevo. El ejército de limpiadores que se vuelcan a los autos cuando están con el semáforo en rojo reaparecieron en oeste de la ciudad, cerca de Times Square. Así lo detalló el diario New York Post que rememora las últimas veces que fueron vistos en la década del 80 y del 90 hasta la elección del alcalde Rudy Giuliani.
¿Por qué hasta su elección? Porque en 1994, año en que tomó el poder, Giuliani asoció a todos los limpiadores como un símbolo de la falta de respeto a la ley en la ciudad. En cierto modo, con razón: muchos limpiadores causaban miedo y extorsiones. Esto se puede ver en cualquier calle de una capital sudamericana.
De acuerdo al matutino neoyorquino, los limpiadores de parabrisas generalmente se hacen presentes los fines de semana. Algunos, consultados por los medios, reconocen que pueden llegar a ganar más dinero que el salario mínimo. Es ahí donde comienza a recaer las críticas a la actual política económica, la misma que margina a los que menos tienen. Pero todo vuelve, como los limpiadores de los noventa, en el 2000.
Fuera de Estados Unidos, en muchas capitales de América Latina como Argentina, Bolivia, Paraguay, Brasil y varias más, los “trapitos” o “limpiadores de parabrisas” están en muchísimas esquinas. Se los ve limpiando y pidiendo o directamente exigiendo dinero. En muchos casos, con denuncias por robo, violencia y amenazas.